Qué hubiera sido de mi si no hubiera estado vacunado

Qué hubiera sido de mi si no hubiera estado vacunado

 

Dr. Guillermo Chávez Meza
Universidad Da Vinci de Guatemala
Facultad de Ciencias Médicas y de la Vida
DECANO.

 

 

Cuando digo “Dios tiene mi foto en Su mesita de noche”, lo digo con profundo respeto, en agradecimiento por algo bueno recibido por gracia o por misericordia y por todos los favores que Él hace a mi vida.

Como todos, he vivido los últimos meses preocupado por la situación que el mundo vive ante la pandemia de la COVID-19. El 8 de abril de este año, gracias a la atención que el Colegio de Médicos y la Asamblea de Presidentes de los Colegios Profesionales, nos otorgó a sus agremiados, recibí la primera dosis de la vacuna de AstraZeneca.

Los que ya se vacunaron, no me dejarán mentir, cuando digo que, en ese momento, se siente uno parcialmente aliviado y ansioso por que llegue el momento de la segunda dosis, la cual, según la cita concedida, la recibiría el 1 de julio. En ese largo “ínterin”, recibo la mala noticia, mi mejor amigo “casi mi hermano”, resultó positivo en una prueba de PCR que le habían realizado.

Por ser personas de la tercera edad, a pesar de nuestra buena salud y los buenos hábitos de vida, practicados por siempre, la angustia llegó a todos los que lo apreciamos, que somos muchos en realidad. Fueron largos y horribles días los vividos. Adquirió el virus, uno o dos días antes de la primera dosis de la vacuna.

La infección progresó, sin que lo evitara los grandes esfuerzos realizados por los médicos y su familia y ocho días después se encontraba ya en el intensivo de un hospital privado, intubado y todo. Su hijo médico, junto a un equipo de colegas de diferentes especialidades, inherentes al caso, se aplicaron al proceso de día y de noche y, todos los demás, nos dedicamos a orar y pedir A Dios vida y misericordia en su favor.

Yo pensaba, si los buenos actos valen para lograr milagros, pues él los había realizado y muchos y seguramente le serían tomados en cuenta, y saldría de esta terrible situación. Ahora estoy seguro que las buenas acciones que realizamos en favor de los demás, sí son tomadas en cuenta por Dios para obrar milagros.

Comenzó a mejorar levemente y poco a poco a ganar la batalla por la vida, cada día buenas noticias, “los parámetros mejoraban” y ganaba autonomía. Hasta que 18 días después de la intubación, lo extuban y empieza lentamente a depender cada vez más, de sus propias fuerzas y unos días después, con la profunda alegría y agradecimiento de todos abandona el hospital, para iniciar en casa una vertiginosa mejoría que lo llevaría en poco tiempo a recuperar la totalidad de sus funciones.

Por cierto, hace unos minutos me contó que el último de los especialistas que lo estuvo tratando, hoy le dio de alta, diciéndole “usted está totalmente recuperado”.

Yo seguía a la espera de la llegada el día 1 de julio para recibir la segunda dosis de mi vacuna, cuando una mañana, 10 días antes de lo previsto, recibo la buena noticia. Me citaban para la segunda dosis, cita que atendí al día siguiente, 22 de junio.

Todo parecía estar a favor, pero unos días después de la segunda inyección, empiezo a sentir una obstrucción nasal inusual, aún para alguien que, como yo, anuncia la lluvia con mi rinitis alérgica. Realicé algunas consultas respecto al síntoma y un par de colegas, me aseguraron conocer algunos pacientes que después de la segunda dosis de su vacuna, habían padecido por unos tres días esas molestias, lo que me tranquilizó.
Sin relajarme, extremé el distanciamiento, el uso de mascarilla y demás prevenciones, con mi familia.

Como los síntomas persistían, al cuarto día decidí realizarme hisopados, uno para prueba de antígeno y el otro para PCR. Era un miércoles, fui al laboratorio pensando en regresar rápido a mi oficina, pues tenía programada una video conferencia con unos investigadores del Instituto Karolinska, Suecia, por una investigación que realizan en Guatemala y que nos invitaron a participar como Facultad de Medicina de UDV.

Así fue y las 11 horas de Guatemala, más o menos 19 horas en Suecia, iniciamos la reunión, que duró un poco más de una hora. Al estar a punto de concluir, recibo un mensaje en mi teléfono: “Doctor regrese al laboratorio, su examen de antígeno para COVID está POSITIVO”.

Sentí que el mundo me caía encima. Haciendo un gran esfuerzo logré despedirme y cerrar la video conferencia. Logré salir de la silla del escritorio y sentarme en un sillón de mi oficina, se me obscurecía la visión, la noticia me había provocado una gran angustia y ésta un fuerte estrés, que consumió rápidamente mi glucosa, de ahí la obscuridad y empecé a sudar profusamente.

Cuando por fin me sobrepuse, alcancé un vaso con naranjada, que mi asistente había llevado al inicio de la reunión. Por suerte siempre la hace muy dulce, la bebí tan rápido como pude y sentí cómo se reponía la glucosa y volvía a la vida. Me quedé sin moverme por unos largos minutos en aquel sillón, sintiendo cómo el sudor que había segregado había mojado casi toda mi ropa, hasta que pude incorporarme.

Me comuniqué con mi esposa y le di la noticia. La recibió en silencio, su rostro al instante evidenció preocupación, inmediatamente recordó todos los momentos angustiantes que habíamos pasado por la gravedad de nuestro amigo. Luego mis hijos fueron manifestándose muy a su manera cada uno, pero todos preocupados por la forma que mi organismo enfrentaría el ataque de la carga viral.

Después, cuando el impacto original descendió en intensidad, tomé la decisión de aislarme en la oficina del apartamento que actualmente ocupamos. Trasladé una cama, la caja que contiene las medicinas necesarias según los protocolos de atención para la COVID, que preventivamente había adquirido por si alguien cercano las llegara a necesitar. La verdad nunca pensé que serían para mí. Varios antisépticos, un par de libros y me instalé junto a mi computadora dispuesto a seguir con el home office. 

Allí viví largos 11 días, agradeciendo la atención con gran calidez que me brindó mi familia y la asesoría especializada del Dr. Mark Cohen, quien con absoluto profesionalismo me orientó en el tratamiento.

Pero extrañando profundamente a mi primer nieto Nico, quien había llegado a la familia causando una felicidad inexplicable, apenas hacía 5 meses, a quien no volví a ver, hasta que una nueva PCR dio negativa, dos días después de haber recuperado mi libertad.

¿Pero, que pasaba con la enfermedad y todos sus síntomas?  Recuerdan la metáfora de la “mesita de noche” que expresé al inicio de esta narración, tiene que ver con la evolución de la COVID que experimenté. Primero me llegó ya vacunado, pero de regalo Dios me mandó la segunda dosis con anticipación, aunque pocos días antes surtió su efecto. La enfermedad se redujo a unos tres o cuatro días más de congestión nasal y de senos para nasales, anosmia sin ageusia, no podía oler los alimentos, pero los podía degustar, separando los sabores en mi paladar como a mí me gusta.

Cuando la congestión nasal desapareció, me quedó la anosmia, que para cuando abandoné el encierro ya había recuperado el olfato como en un 75%. Mientras tanto en mi pequeño mundo, continué con mis responsabilidades laborales sin restricciones, leí, descansé por ratos y dos veces al día, caminaba primero por 15 minutos y luego llegué a media hora. Recordando a Henri Charriére y su novela autobiográfica “Papillón”, que caminaba dentro de su celda, en la Guyana Francesa, cuando estuvo detenido por un crimen que no cometió.

Cuando decidí terminar la cuarentena, orientado por el Dr. Cohen, habían pasado 15 días de haber iniciado síntomas, 11 días del diagnóstico y siete días asintomático.

Salí agradecido con Dios por haber escuchado mis ruegos y las oraciones de mi familia, por haber vivido una COVID de las denominadas leves, convencido que la vacuna había cumplido con lo ofrecido por los científicos que las inventaron y que de no haber estado vacunado todo hubiera sido muy diferente. posiblemente hubiera pasado una COVID severa o grave como la de mi brother que tuvo que enfrentar la enfermedad sin haberse vacunado, pero que se recuperó totalmente, porque su foto también está en la “mesita de noche”.