Prevención de enfermedades infectocontagiosas en niños
Las enfermedades infectocontagiosas son de factible y ágil contagio, provocadas por agentes patógenos. El ser vivo o agente patógeno que las genera es el agente etiológico o casual. En algunas oportunidades, para que se produzca la enfermedad, es indispensable la intromisión de otro organismo viviente llamado agente intermediario, transmisor o vector.
Los agentes patógenos de este tipo de enfermedades, por lo general son virus o bacterias. La infección se genera si las defensas orgánicas no intervienen o si el número de microorganismos que se incorpora en el cuerpo humano vence esas defensas. La enfermedad se transmite por contagio directo cuando se tiene contacto con la persona o animal infectado.
El contagio es indirecto cuando hay contacto con objetos contaminados o mediante un portador (persona o animal que alberga microorganismos infecciosos sin presentar síntomas de la enfermedad). Los alimentos y las moléculas de polvo atmosférico también pueden ser conductores de gérmenes.
Las vacunas son la preferible inmunidad hacia las enfermedades infectocontagiosas y son consideradas como la más segura y confiable respaldo sanitaria que nunca haya tenido la humanidad. En el presente, existen enfermedades potencialmente graves como la rubeola, la papera, la poliomielitis, la tosferina y la difteria que se pueden prevenir si se cumple el carné de vacunación del niño.
Básicamente, en el carné de vacunación están calendarizadas todas las vacunas y las reactivaciones que se deben emplear durante la infancia. Una vacuna es una suspensión de bacterias o virus enteros (vivos o inactivos) o fraccionados que han perdido su capacidad patogénica.
El objetivo de las inmunizaciones es estimular al organismo para crear anticuerpos hacia determinados gérmenes, principalmente bacterias y virus. Nuestro sistema inmunológico crea anticuerpos específicos siempre que entra en relación con algún germen. El método de la vacunación es tratar de estimular al organismo a hacer anticuerpos sin que éste necesite haber estado enfermo anteriormente.
Tratamos de mostrar al sistema inmune, a la bacteria o virus, de modo que haya creación de anticuerpos, pero no haya desarrollo de la enfermedad. Generalmente una vacuna reacciona solo hacia un único germen. Las vacunas disponibles actualmente son, en gran medida, fiables y la totalidad de las personas las toleran de manera apropiada. Es muy poco frecuente que provoquen efectos adversos.
La prevención de infecciones en los niños no va únicamente de la mano de la obligación de los padres, sino de toda una ciudadanía que debe ser apropiadamente informada, educada y comprometida en sostener normas básicas de prevención: vacunas e higiene. No solo es fundamental que el niño tenga todas las vacunas indicadas en el carné de vacunación, sino que lo haga en las fechas previstas. Hay que tener presente que las vacunas activan la creación de determinados anticuerpos a edades específicas, por lo que inmunizar al niño o hacerlo fuera de la edad establecida puede significar un aumento del peligro de enfermarse.
En conclusión, es importante tomar en consideración que los centros de salud tendrían que incorporar y mantener una estrecha comunicación y coordinación con los padres de familia, relacionarlos con las determinantes sociales de la salud, a partir la formulación del plan para que los padres cumplan con las inmunizaciones de los niños hasta su implementación.
Promover un plan de charlas o afiches informativos e implementación de los planes de vacunación integrándolo para la prevención, vigilancia y exclusión de las enfermedades infectocontagiosas es de gran importancia. Estas medidas van dirigidas a la localidad en general y fundamentalmente a los padres y personas que están al cuidado de los niños, ya que el niño enfermo puede infectar a otros niños, a quienes lo cuidan y a sus familias.
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