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Historia de las Mujeres en la Medicina

Las mujeres siempre han sido centrales en las prácticas de atención médica, ya sea ofreciendo remedios en el hogar, amamantando o actuando como herboristas. Sin embargo, la profesión médica ha estado dominada por los hombres durante la mayor parte de su historia. En Europa, esto ocurrió a partir de los años 1400, cuando muchas ciudades y gobiernos decidieron que solo aquellos capacitados en universidades podían practicar formalmente las ciencias médicas. Como las mujeres no podían ingresar a las universidades, no podían obtener una licencia. Fue solo en la década de 1900, después de mucha lucha, que las mujeres ganaron el derecho de estudiarla y practicarla.

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Las monjas y la asistencia médica

Las universidades medievales eran dirigidas por clérigos masculinos, y no se permitía a las mujeres ingresar a ellas. Aun así se tiene registro de una doctora, Trotula, en la primera escuela de medicina europea en Italia, en los años 800 a.C. Está claro que las mujeres practicaban la medicina, a menudo en su propia ciudad o pueblo, o a través de su papel como monjas. Estas últimas proporcionaron mucha atención médica en el período medieval. Las abadesas cristianas, establecieron enfermerías en conventos y órdenes de monjas dedicadas a la atención de los enfermos.

La ciencia médica excluye a las mujeres

Durante el Renacimiento, la medicina tradicional para la mujer comenzó a ser socavada. Incluso las mujeres bien educadas no podían ingresar a las universidades. Una rara excepción fue la Dra. Laura Bassi, profesora de Anatomía, nombrada en la Universidad de Bolonia en 1732. Los gremios también estaban cerrados para las mujeres, por lo que no podían unirse a los nuevos colegios profesionales y sociedades.

Empleos tradicionalmente ocupados por mujeres

A pesar de ser excluidas de la educación formal, las mujeres proporcionaron muchos servicios pagos que el público necesitaba, como partería o cirugías menores. Por ejemplo, las comadronas no podían formar gremios pero tenían que obtener certificaciones. En la década de 1600, parteras como Louise Bourgeois y Jane Sharp se convirtieron en las primeras en escribir sobre sus experiencias. Sin embargo, los practicantes masculinos fueron reemplazando gradualmente a las mujeres en sus roles tradicionales, exceptuando a las nodrizas.

Nuevo respeto por las enfermeras como resultado de la guerra

Fue a través de la enfermería que las mujeres lograron avances significativos en la práctica de la medicina formal. La aceptación de la enfermería comenzó con las reformas de hospitales y prisiones de finales del siglo XVIII. Nuevas certificaciones y entrenamientos de enfermería se hicieron accesibles; especialmente en el Instituto Deaconess en Kaiserworth en Alemania (1836), que influyó en Florence Nightingale.

Nightingale reorganizó las prácticas de enfermería de los hospitales del ejército durante la Guerra de Crimea (1853-1856). También, ayudó a promover la Enfermería como una profesión más respetable para las mujeres jóvenes. Las primeras “enfermeras de Nightingale” comenzaron a entrenar en 1860 y se extendieron por todo el Reino Unido y el Imperio Británico. Establecida en 1863, la Cruz Roja Internacional fue otra fuerza en la formación de enfermeras.

La batalla por las doctoras.

El rol de la enfermera fue aceptado pues era visto como una extensión del rol social de la mujer: cuidar y criar. Sin embargo, no había la misma apertura para que las mujeres se convirtieran en médicos. Muchas mujeres intentaron convertirse en doctoras en el siglo XIX: Margaret Bulkley incluso se hizo pasar por hombre durante 46 años. A finales de siglo, las mujeres obtuvieron el derecho de estudiar para las mismas profesiones que los hombres. Estas primeras médicas, como Elizabeth Blackwell (en los EE. UU.) O Elizabeth Garrett Anderson (en el Reino Unido), tuvieron que luchar contra una resistencia considerable. Las doctoras mencionadas fueron claves en el establecimiento de clínicas especializadas para mujeres y niños, y en hospitales de capacitación para mujeres.

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La Primera Guerra Mundial y la actualidad

Durante la Primera Guerra Mundial, por la creciente necesidad de médicos y la disminución de hombres, se alentó a las mujeres a optar por esta profesión. En teoría, la práctica médica está ahora abierta a todos. Aunque la entrada a cursos de medicina es competitiva y puede ser costosa. Es por ello que Universidad Da Vinci de Guatemala reitera su misión de hacer de la educación superior una posibilidad para todos.  En Da Vinci creemos en la equidad en la educación y ponemos nuestra Carrera de Médico y Cirujano  a disposición de todos aquellos que deseen aceptar el reto y este estilo de vida.

 

Fuentes de consulta: 

  • B Abel-Smith, A History of the Nursing Profession (London: Heinemann, 1960)
  • M H Green (ed.), The Trotula. A Compendium of Women’s Medicine (Philadelphia: University of Pennsylvania Press, 2001)
  • M H Green, Women’s Healthcare in the Medieval West: Texts and Contexts(Aldershot: Ashgate, 2000)

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    María Teresa dice:

    me interesa las estadísticas. ¿Cuantas mujeres entraron ala universidad a estudiar medicina en la decada del 60 y del 70 en Europa?

    Reinaldo Arriola dice:

    Quien fue la primer médica guatemalteca y en qué año. Eso es lo más importante y no esta